30.8.11

Rencores

Los momentos pueden ser buenos o malos, pueden tener que ver con una persona, un lugar, un sentimiento pero los momentos vividos siempre regresan a nuestras mentes.

Es curioso como una persona en los momentos malos repasa todos los buenos pasados en el tiempo pero también cómo somos capaces de echar en cara los momentos malos. Cuando una persona sale de tu vida, es como si todos los momentos malos se esfumasen en un instante y solo recordásemos los buenos vividos a su lado pero más curioso resulta cuando aún compartes parte de tu vida con esa persona, eres capaz de sacar todo lo malo que ha pasado en un momento solo con el afán de escudarte detrás. Rebuscas y cavas dentro del hoyo para encontrar todo lo que pueda crearte una pared de fuerza y protección.

A veces, la mayoría, esos momentos son verdad y si se piensa con la cabeza fría uno se da cuenta pero a veces las verdades resultan como sal en una herida y escuecen más incluso. La verdad duele y eso es una realidad indudable.

Lo triste es no poder desahogarse con alguien que realmente comprenda sin meterse en medio, no poder decir algo que te atormenta sin que piensen que hablas mal de esas personas cuando en realidad no tiene nada que ver, hablas de ti, de lo que te ocurre y lo que piensas.

Esa pared de protección que he mencionado antes se esfuma cuando la compañía también. Cuando te encuentras sola, cuando esa soledad no es solamente un sentimiento sino realidad, esa pared se convierte en un mar de lágrimas que te ahoga y te asfixia. Se convierte en una losa anclada a tu tobillo que te lleva hasta el fondo sin remedio y pasas el día y la noche pensando en ello, derramando lágrimas sin venir a cuento y con la mente perdida en las nubes, unas nubes negras cargadas de tormentas que de un momento a otro deben desatarse y lo difícil de todo esto es tragárselas y no dejar que llueva para que pase la tempestad y llegue la calma. No tener a alguien a quien contarle tu tempestad para que no descargue encima.

27.8.11

Noches

Hay tantas noches como momentos en una vida. Noches estrelladas, noches con nubes, noches de tormenta, noches de luna llena o sin luna, etc. pero sobre todo hay noches más especiales que otras, de esas que dejan huella.
En una de esas noches, poco estrellada y con alguna que otra nube vagando por el cielo, me he encontrado con un amigo de los que también son especiales, de los que dejan huella.

Primero tengo que decir que andar es muy reconfortante pero cuando casi te has recorrido el pueblo entero, se necesita una parada para sentarse y descansar.

Estaba nerviosa, no sabía de qué hablar y precisamente por estar nerviosa no me he callado pero, al rato, me he dado cuenta de lo cómoda que me siento entre sus brazos. Un abrazo sin duda reparador, que da seguridad y protección y me gusta sentirme así.

Ya empezaba a perder la noción del tiempo, pero cuando toca volver al mundo real y mirar el reloj te das cuenta de que no eres ninguna "Cenicienta" pero que deberías controlar tanto la hora como la confusión de los pensamientos. Muchas veces se nubla la mente y simplemente te dejas llevar pero otras no puedes permitirte esos lujos.

Tenía ganas de no irme, de quedarme abrazada como si se fuese a la guerra pero no puedo y si he dicho que no me separaría, no lo he dicho en serio porque no podría vivir así pero sin duda ganas no me han faltado de dejar que corran las manecillas del reloj mientras seguimos bajo esa noche de pocas estrellas y nubes que parecen tortugas.

Demasiado sentimiento se puede poner en un abrazo y llamaré. Prometo que llamaré =)

19.8.11

Remember

Los recuerdos del pasado con frecuencia nos asaltan en el presente y muchas veces no nos damos cuenta de lo poderosos que son pero, dependiendo del sentimiento que los inunde, pueden tener más poder que cualquier otra cosa en todo el mundo.

Puede ser un sentimiento fraternal que te hace pensar el lo pasado y pensar que no volverá a pasar, que esos tiempos haciendo bromas y jugando, con el tiempo se han convertido en temas serios de futuro y separación.

Puede ser un sentimiento de amistad, que por mucho tiempo que pase, esa persona se quedará marcada para siempre. Da igual si está cerca o en la otra punta del mundo, si vive o no, si hablais o estais cabreados, todo se queda en la memoria y se recuerda con el tiempo. Si antes se veían todos los días y ahora una vez al mes, siempre hay que buscar la parte positiva: algo es mejor que nada.

Puede ser un sentimiento de odio (no todo es bueno), y que por mucho daño que haga y lo intentes desechar de tu mente siempre quedará un resto. Lo importante en este caso es no hacerlo crecer.

O, podría ser cualquiera, pero del último del que escribiré es del amor. El amor es el sentimiento más poderoso de todos, por encima del odio y el rencor, el amor mueve montañas y océanos completos. Los recuerdos del amor son los más dulces y, a la vez, los más amargos. Tan pronto pueden sacarte una sonrisa como una lágrima y, tan pronto puedes querer salir y ver el Sol nacer como quedarte metido en la cama entre sábanas que cobijen tu soledad. El recuerdo de un corazón roto no es algo que se pueda curar. Un corazón roto, si se recompone, por sí solo o con ayuda de alguien, nunca volverá a estar completo, siempre faltará un pedacito indispensable que es el que hace volver recuerdos preciosos de un tiempo feliz pero dolorosos de no poder estar allí.
Esta enfermedad es como la de un paralítico que no podrá volver a andar nunca más o un ciego que no pueda recuperar la vista. Sigues viviendo, de eso no cabe duda, pero falta algo que duele no tener aunque puedas pasar sin ello.

Amar y ser amado es lo más hermoso que cualquier ser humano pueda vivir en la vida. Lo terrible es acordarte de ese amor cuando ya no existe. Se puede volver a encontrar pero, ¿será como el primero?