19.3.12

Una nueva oportunidad

El sábado se me desmoronó el mundo encima. Mis padres se iban de fin de semana al pueblo y a las pocas horas llegó la peor noticia de todas: mi madre estaba de camino al hospital.

Estuve todo el día sin saber nada de ella, tuve que ir a comer con mi otra familia como compromiso pero nadie me decía nada y cuando terminé de comer, cogí el coche y volé hasta el hospital a ver a mi madre. Me daba exactamente igual que no me dejaran entrar, si hacía falta me colaba pero yo necesitaba ver a mi madre y saber que estaba bien. Cuando llegué al hospital me enteré de lo que le había pasado: le había dado un infarto. Según lo describe ella, se creía que se iba a morir del dolor que tenía en el pecho pero por suerte fue una crisis de ansiedad y no ha dañado el corazón.

Sólo se me pasó un pensamiento de una conversación pocas horas antes. Hablé con ella, me dijo que me echaba de menos mientras subía las escaleras, apagó la luz y lo único que pude responder fue: "yo también te echo de menos, mamá" y estuvimos hablando un rato pero ahí quedó la historia. No me despedí de ella antes de irse al pueblo y nadie se pudo imaginar lo culpable y lo mal que me sentía durante todo el día si yo no llegaba a ver a mi madre. Era mi única prioridad.

A partir de ese momento y de cosas que pasan así, te hacen reflexionar y pensar que necesitas estar con la gente que quieres y te quiere en todo momento, y vivir cada día como si fuese el primero y el último. Es lo más necesario y fundamental en la vida, vivir como tú decidas vivirla.

7.3.12

Paren el mundo, que me quiero bajar

Quizá soy yo que le doy muchas vueltas a las cosas o las cosas me dan muchas vueltas a mi. La conclusión, al fin y al cabo, termina siendo la misma: se marean mis pensamientos.
Tengo tantas cosas que contar y tan poco tiempo y espacio que no sé por dónde empezar. lo mejor será comenzar por orden de prioridades, de la primera a la última.

En primer lugar, no puedo evitar sentir tristeza por una ausencia. Cada gesto, cada foto, cada comentario, cada situación parecida que sea suya o que haya vivido con él me hace acordarme, y querer darle un abrazo de esos que me cortaban las lágrimas cuando menos se podía. Le hecho tantísimo de menos. Él no me cree cuando se lo digo pero si pudiese leerme la mente no le quedarían dudas. Además, veo a Bea con Dani y recuerdo la tarde que se conocieron, esa tarde también estaba él, la "sangriada" de CIU. Fue una gran tarde. Me encantaría poder decirle "vuelve ya de Boston, te necesito aquí cerca, ya te has ido mucho tiempo como para seguir más" pero me queda el consuelo de que en poco más de 20 días le tengo de vuelta. Es un gran consuelo.

En segundo lugar, no encuentro ningún sentido a abrirle tu corazón a alguien, es como dar licencia para que te lo destrocen sin ningún remordimiento. No ha ocurrido nada aún pero tengo una extraña sensación, parecida a una intuición que me dice "ten cuidado, te hará daño". Tengo miedo, tengo mucho miedo de sentir. Tengo mucho miedo de que vuelva a repetirse la historia otra vez (y no, nadie sabe de qué historia hablo, pocas personas podrían imaginarse a cuál me estoy refiriendo porque sólo me refiero a una historia del pasado). Tengo tanto miedo... pero no me queda otra opción que seguir adelante y luchar por lo que quiero. Si crees en tus propios ideales ya tienes más de la mitad de la batalla ganada, si no estás perdido. La situación en sí es tan confusa: primero bien, luego no hablamos, más tarde "te quiero", después te llamo y te digo que no vamos a poder vernos en un tiempo porque no hay tiempo, etc. Es todo tan contradictorio e ilógico que muchas veces no sé por dónde cogerlo pero supongo que en el fondo yo soy igual de ambivalente así que no tengo mucho de lo que quejarme, soy feliz. En cierto modo no sé captar las directas.No hace otra cosa más que demostrarme que es real lo que me dice y por qué hace todo lo que hace: por mi, pero en parte soy yo la que quiere cerrar los ojos, no ver, no sentir y decirle a mi yo que no sienta nada, que desconfíe de todo y eso tampoco es bueno. Me cuesta mucho admitir una gran verdad pero sólo puedo decir que llevaba sin ser así desde hace años, llevaba sin celebrar un San Valentín desde que estuve con ÉL, perdí el sentido del amar y ser amado.

En tercer lugar, mi familia me dice que me echa de menos. Es verdad que no estoy en casa la mayoría del tiempo, no puedo dividirme, sino, creedme, lo haría. El 80% del día estoy en la Universidad en clase o estudiando o trabajando, los fines de semanas sólo salgo una noche y el resto me voy dividiendo para ver a mi abuela, pasar tiempo en casa y ver a mi novio. Sinceramente, yo creo que no puedo hacer más, pero mi madre opina que sí, y el tiempo que estoy en casa ella está ocupadísima así que no sé muy bien de qué le sirve comportarse como se comporta. Quizá se sienta frustrada porque ya no le cuento absolutamente nada de mi vida pero es lo que ella misma ha ido consiguiendo. "Cada uno recoge lo que siembra".

En cuarto lugar, mis compañeras de la Universidad son estupendas. De lo único de lo que me arrepiento es de no haberlas conocido antes. Saben cuándo preguntar, cuándo dejar de preguntar, cuándo reír y cuándo darte un abrazo antes de derrumbarte. Son maravillosas. Hoy, sin ir más lejos, me he encontrado con una sencilla pero tajante pregunta al entrar en clase "bueno, y a ti, ¿qué te pasa? Que he leído tus tweets así que no me digas que nada." Son increíbles, en serio. No pretendía seguir con el tema, creí haberlo zanjado ya ayer pero parece ser que no, hoy al contarlo me he dado cuenta de que no. Aún me quedaba una pregunta por hacer y lo que he obtenido como respuesta ha sido claramente perfecto.

Y por último, un tema que, la verdad, ni me va ni me viene pero ya que me he puesto a contarlo todo, lo menciono. He vuelto a hablar con ÉL, sólo por emails y, ¿sabéis qué he descubierto? Que no siento nada más allá de lo que expresan mis palabras. "Del amor al odio hay sólo un paso" y qué gran verdad. Sólo me hizo falta ver que se comportaba como un cabrón para recordar por qué le dejé en su momento y ahora le veo y sólo tengo ganas de saludar, por educación. Puedo ponerme a recordar y tengo recuerdos muy, muy hermosos a su lado pero otros también muy, muy dolorosos y, sinceramente, no sé cuáles pesan más en la balanza. Le aprecio, nunca he querido nada malo para él y siempre habría dado lo que fuese por verle sonreír, pero ahora no daría ni dos pasos. Le sigo apreciando y queriendo que sonría pero me da igual el motivo. Que sea feliz, pero que deje de hacerme daño. En parte, gracias a su "cabronada" he conseguido hacerme impermeable, me da igual lo que me diga. Ha cambiado, no es el mismo que conocí hace 5 años, para nada y no me gusta en quién se ha convertido, en ocasiones parece una calcamonía de su hermano.

Bueno, creo que ya he actualizado suficiente mi día a día. Buenas noches y dulces sueños ^.^

PD.: Tengo móvil nuevo, con whatsapp =)