Hace unos días vi una cosa que raramente se ve en la sociedad en la que vivimos actualmente. Vi a un hombre diciéndole a su mujer lo guapa y espectacular que estaba con un jersey nuevo que se había comprado y presumiendo de mujer delante de todos los que estaban presentes. Eso, ya de por sí, no es una cosa que se vea de forma habitual pero aún más sorprendente resulta que esas dos personas lleven casadas más de 50 años y lleven, literalmente, toda la vida juntos. La vida que han llevado no ha sido fácil, pero es que nadie les dijo que lo fuese. Han sabido sortear las dificultades que la vida les ha dado con mayor o menor entereza pero siempre con fortaleza. Ella cayó gravemente enferma hace unos años y él jamás se separó de su lado, y no por pena sino porque él se moriría de pena si ella le faltase. Él accedió a las peticiones más nimias y soportó las broncas más absurdas que había tenido en toda su vida, pero merecía la pena porque lo hacía por ella. Eso era una relación de amor incondicional forjado en años pero no era una relación sana, hasta que ella se dio cuenta de lo que estaba haciendo, de que él le daba todo lo que ella necesitaba o quería y en el momento en el que lo pedía sin pedir nada a cambio, mientras que ella lo que hacía era reprocharle estupideces sin sentido.
En ese momento, con esa toma de conciencia, es donde ella se dio cuenta de que tenía que cambiar y, es ahí, cuando se convirtió en una relación sana para ambos.
En toda esta historia podemos ver reflejadas un montón de cosas. Por mucho que lleven 50 años casados y toda una vida juntos, se siguen queriendo como adolescentes, se siguen demostrando que se quieren, siguen presumiendo de su pareja ante el resto del mundo como cuando te echas novio/a y se lo presentas a todos tus amigos para que vean lo genial que es, siguen saliendo a cenar como si fuese su primera cita, siguen dando paseos por el parque como si fuese el punto de encuentro de una pareja de quinceañeros. Y yo muchas veces me pregunto, ¿y por qué no? ¿Y por qué esas cosas no son las normales?
Hoy he visto a un chico de unos 16 años esperando en un banco a una chica que, cuando ha llegado, le ha besado como si hubiesen pasado meses desde la última vez que se vieron, y acababan de salir del instituto, del mismo instituto, que por muy grande que sea no vas a estar mucho tiempo sin ver a esa persona. Eso me ha hecho volver por un rato a mis 16 años y pensar en esos abuelitos de los que hablaba antes. Se comportan igual pero en edades completamente distintas. Han sabido conservar y madurar la parte esencial y bonita de una relación para que sea sana y preciosa.
Las únicas conclusiones que saco de todo esto son dos muy claras: por un lado, una relación para poder disfrutar de ella tiene que ser sana para ambos y, por otro, tenemos que guardar ese espíritu juvenil de la primera relación para valorar que cada día no es un día más con esa persona sino un día nuevo junto a él/ella.
https://www.youtube.com/watch?v=t1TcDHrkQYg
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